Desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica) - La presentación de la Mercedes-Benz Clase X se realizó en una bodega en las afueras de la ciudad. Una enorme estancia con viñedos, olivares, establos, montañas, ríos y hasta su propia línea ferroviaria.
Pero también autos, muchos autos. La bodega pertenece a los herederos del magnate sudafricano Anthonij Rupert, fallecido en 2006. Hizo su fortuna con el tabaco, pero rápidamente se extendió al campo de las joyas y la relojería: su grupo de empresas es dueño de Cartier, Alfred Dunhill, Piaget, Montblanc y Baume & Mercier. Según la revista Forbes, la fortuna de la familia está calculada en tres mil millones de dólares.
Si recordás a los autos de competición de los años '80, seguramente tendrás grabados en la memoria los colores azul, blanco, rojo y dorado de la tabacalera Rothmans: Rupert era su dueño.
Por eso, además de albergar a la presentación de la Clase X, la familia Rupert tuvo la gentileza de abrir las puertas de su museo privado de autos: el Franschhoek Motormuseum.
Son poco más de 50 autos, pero allí se encuentra resumido lo mejor de tres de las marcas más famosas del mundo: Ferrari, Porsche y Mercedes-Benz.
Las joyas de la corona las componen la colección completa de las cinco Ferrari de edición limitada: 288 GTO, F40, F50, Enzo y 599 GTO. Sólo faltaba en exhibición LaFerrari, que la tienen, pero que la está usando uno de los hijos de Rupert.
Se cuentan con los dedos de una sola mano los coleccionistas que en todo el mundo lograron reunir al sexteto perfecto de Maranello en un mismo garage.
Autoblog estuvo ahí y te lo muestra acá abajo.
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