Texto y fotos de Luciano Cianni
www.lucianocianni.com.ar
Ya pasaron unos días de la finalización del Salón de Buenos Aires 2017. Atrás quedo el vértigo de las coberturas en tiempo real y las primicias. Y va quedando lugar para las reflexiones y las notas de color.
Esta es mi tercera edición del Salón en la que colaboro con Autoblog y, en cada una de ellas, las tareas han ido cambiando, a saber.
El primer año, C.C. me dijo: "No sé, sacá fotos. ¡Divertite!". El resultado fue previsible: me divertí y no saqué ninguna foto.
El segundo año, C.C. se tomó venganza: "Lucho, encargate del Pabellón Ocre". Y bue, digamos que lo tomé con más responsabilidad e hice una suerte de cobertura de lo que fue una Mini Autoclasica en Palermo.
Este año, C.C. -quizás con algo de culpa y sabiendo que el Pabellón Ocre no contaba con el brillo de otros años- me dio otra tarea: "Hacé fotos artísticas".
Vaya presión que me metió. Y me dejó la duda sobre si la foto en sí misma debía ser un hecho artístico o si debía encontrar arte en los autos expuestos.
Lógicamente, este espacio es para el lucimiento de los autos y no el mío como fotógrafo, ¿pero a qué le saco?
No hace mucho me trencé en el Feis, en esas discusiones que parecen que no te llevan a ningún lado, debatiendo sobre si el diseño era arte o no. Estaban los fundamentalistas del diseño como una herramienta metodológica y sistemática de resolución de problemas. Casi que elevaban al diseño a una ciencia exacta: cualquier acto que se subleve a la premisa dada o que sea plausible de diferentes interpretaciones del lenguaje de diseño era digno de un mal diseñador o -lisa y llanamente- de un artista.
Lógicamente, estos Diseñadores de Comité salen de las entrañas más ortodoxas del diseño industrial y no han tenido mucho contacto con el diseño automotor, con sus inicios y sus grandes glorias. Aunque, por otro lado, hay que reconocer que en el diseño automotor moderno reina la sistematización de los procesos de diseño, el pragmatismo y los bajos costos. El espacio para el diseñador-artista está muy limitado en el negocio actual y tal vez se lo puede ver con más esplendor en algún concept car o auto artesanal de alta gama.
Bajo este panorama y rodeado de vehículos de producción para mercados emergentes, encontrar “arte” era un desafío aún mayor.
La consigna de C.C. realmente se tornó bastante difícil: fue jugar con las formas y los colores, con los entornos y los reflejos. Algo similar, si recuerdan a mi cobertura de Autoclásica 2016, pero casi sin obras de arte.
L.C.
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