Desde Falda del Carmen (Córdoba) – El lanzamiento de Hyundai #SUV4ALL en Córdoba estuvo acompañada por algunas sorpresas. En la presentación del lunes participaron los pilotos del equipo oficial Hyundai Motorsport, que hoy largarán el Rally de Argentina 2016. Y también estuvo David Nalbandián, hablando de tenis y autos.
El martes, durante la prueba de manejo, nos acompañaron dos glorias del automovilismo argentino: Carlos Pascualini y Martín Christie.
Pascualini compartió el Huayra Pronello con Carlos Reutemann y ofició de piloto del auto Número Cero (vehículo de seguridad) del Rally de Argentina durante diez años, entre 1987 (Fiat Regatta) y 1997 (Renault Clio Williams). Después tuvo un concesionario Hyundai, se hizo amigo de la familia Cavicchioli y hoy tiene el mejor taller oficial de la marca coreana en Córdoba.
Pascualini fue el guía perfecto para recorrer -con las nuevas Creta, Tucson y Santa Fe- los tramos históricos de la carrera, que las actuales ediciones abandonaron por razones de logística y seguridad.
Y en Falda del Carmen nos esperaba otra sorpresa: Martín Christie. Cuando uno habla de rally en la Argentina, y en Córdoba en particular, es inevitable mencionar a Jorge Recalde, a Erneto Soto, y a Gabriel Raies. También es obligada la referencia a los Grupo A, Grupo B, Renault 18, Lancia, Toyota y otros típicos tópicos más.
Y, en su función de navegante, Martín Christie siempre estuvo ahí: protagonizando cada uno de los hitos que la especialidad tuvo en nuestro país.
Christie fue copiloto de Raies en el Rally de Argentina de 1981, que se corrió en Tucumán. Ocupó la butaca derecha de un Fiat. Acompañó a Paco Mayorga en un Lancia 037, cuando el Grupo B corrió por primera vez en la Argentina, en Bariloche. Estuvo junto a Soto en la época de gloria de los Renault 18, con su robustez a prueba de balas y esos motores -mágicos de Berta-, que asombraban a los equipos europeos, por velocidad y aguante.
Corrió con Recalde en Lancia Delta y Toyota Celica. Y acompañó a otros pilotos en sus campañas internacionales: Carlos Menem Junior (Ford Escort RS Cosworth), el paraguayo Marcos Galanti (Toyota Celica) y el uruguayo Gustavo Trelles (Mitsubishi Lancer).
Christie corrió 20 veces el Rally de Argentina, pero la carrera internacional sobre la que guarda las mejores anécdotas es el Safari Rally, en Kenia. Entre fines de los '80 y comienzos de los '90, Recalde y Christie corrían diferentes pruebas del Mundial, con diversos Lancia semi-oficiales.
Pero su principal tarea era desarrollar el Delta HF Integrale al comienzo de cada temporada. Los dos cordobeses eran los Especialistas en Tierra del equipo italiano. Por eso, en 1991 y 1992, pasaron dos temporadas de tres meses cada una –desde enero hasta comienzos de abril- probando el Delta en África.
“Ese desarrollo en Kenia era tan exhaustivo que servía para todas las carreras sobre tierra del año, como Portugal, Argentina o Grecia. Era muy divertido, porque probábamos las piezas hasta romperlas. Entonces una semana venía la gente de Garret y ensayábamos los turbos a fondo, hasta que las piezas salían disparadas por el escape. Al otro día venían los técnicos de Michelin y los de Bilstein, entonces probábamos neumáticos y amortiguadores en el Delta, otra vez hasta romper todo. Por eso a Lancia no había con qué ganarle en esos años. No había límite para los gastos. El presupuesto estaba abierto a lo que necesitáramos”, agregó.
“En esa época me convertí en campeón de Tetris. Me compré un gameboy y jugaba buena parte del día. Porque si volabas un turbo o una suspensión completa por la mañana, no había nada que hacer hasta que reparaban el auto y lo dejaban listo a la tarde. Entonces jugaba al Tetris y los mecánicos me felicitaban cada vez que alcanzaba el nivel 685. Jorge no, él miraba el paisaje. Y señalaba los animales que se acercaban a mirar. El Cabayo’e Lona era un personaje”, relató Martín.
A Recalde le decían así porque una vez se puso un buzo antiflama tres talles más grande. Le quedaba tan holgado que parecía un caballo de lona. Ese mismo personaje era el que, en cada Rally de Argentina, le regalaba a Christie un momento de espectador privilegiado.
“Cuando pasábamos por los tramos de Mina Clavero y acá mismo, en Falda del Carmen, yo sabía que podía descansar. No hacía falta cantarle las curvas. Jorge se había criado en estos caminos y los conocía de memoria. A lo sumo, yo me dedicaba a saludar al público, sacando la mano por la ventanilla".
"Otro que era así era Raies. En sus tramos favoritos, en las curvas donde sabía que se iba a juntar mucho público, en mi cuaderno de notas no tenía que poner la velocidad de paso ni el cambio de marcha. Gabriel sólo me pedía que anotara: ‘Dar espectáculo’. Y la gente deliraba”.
Martín Christie desarrolló buena parte de su carrera deportiva junto a los pilotos del Cono Sur ya mencionados. Pero, en temporadas de pruebas y ensayos, se dio el gusto de navegar a Didier Auriol, Massimo Biasion y Mikael Eriksson.
“Pero el mejor de todos era Juha Kankkunen. Era un piloto exquisito. Nunca vi a nadie manejar con tanta precisión y tan poco esfuerzo. Una vez lo ayudé a desarrollar un auto en Australia. Y no fallaba, en cada curva ponía el auto sobre la piedrita por la que había pasado en la vuelta anterior. Sin pelearse con el volante, siempre a fondo”, recordó.
Christie siguió ligado al Rally de Argentina incluso después de retirarse como navegante. “Me quedaron muchos amigos y contactos por aquellos años. En 1994 me llamó la gente de Subaru. Habían venido a correr a la Argentina y en la organización de la carrera les había salido todo mal. No conocían a nadie y me encargaron armarles toda la logística, desde recibir a los autos en el puerto hasta conseguirles los hoteles”.
Así, Christie conoció a uno de sus mejores amigos: Colin McRae. “El escocés era un tipo divino. No le gustaba estar en el hotel, entonces se venía a mi casa, que estaba a dos cuadras. Me pedía prestada la mountain bike y salía a pedalear por Carlos Paz. Mi mujer aprovechaba y le encargaba los mandados. Con nosotros, Collin aprendió a ir a una carnicería de Córdoba y encargar ‘tres-churrascos-por-favor’. De pasada, se compraba unas cervezas, las traía a casa y charlábamos de carreras y autos mientras mi esposa cocinaba. Todo eso en la misma semana del rally. Siempre relajado, siempre divertido”.
Martín Christie aún hoy sigue relacionado con el rally, pero de una manera inesperada. Si alguna vez soñaste con tener un Lancia 037 o un Toyota Celica 185 GT4 en tu garage, andá sabiendo que no fuiste nada original.
En el mercado de autos clásicos, la última moda son los autos de rally. Y ahí está Christie, otra vez, con su agenda infinita de contactos: hoy asesora a coleccionistas para confirmar el estado de originalidad de las unidades con historia que van saliendo a la venta. Y es que no hay nadie mejor que él para ese trabajo: conoció esos autos bien desde adentro, sentado siempre en la butaca derecha.
Carlos Cristófalo
***
Martín Christie acompañó a Autoblog en la butaca derecha de la Hyundai Creta.
Haciendo lo mejor que sabe hacer.