Texto y fotos Carlos Alfredo Pereyra
Pablo Bonetto es Profesor de Modelos de Transporte en ITM. Ahí lo conocí, y es un muy buen compañero de trabajo. Tiene una secreta habilidad para pasar desapercibido, pero es muy generoso y abierto cuando uno se acerca para compartir un café en los recreos. Así hemos construido una relación que lleva ya unos ocho años, sumando uno a uno los ladrillos que solidifican el vínculo. Ya tuve el placer y el privilegio de trabajar con él cuando gentilmente musicalizó dos capítulos de la Serie Centenaria; y hace poco caracterizó magistralmente con su aerógrafo a las Mercedes-Benz Vito en miniatura, que construimos para su lanzamiento.
De vez en cuando, con la excusa de ir a preguntar algo me meto en su clase a oír, y especialmente a ver lo amplio de su conocimiento. Es que Pablo atesora vivencias y momentos que ya no se repetirán. Vio a pleno las décadas del sesenta al noventa, donde nuestra industria automotriz (tanto la de las terminales, como la que armaba fuera de fábrica) intervenía diseñando y rediseñando, además de construir autos para que usemos, disfrutemos y atesoremos los argentinos.
Su trabajo y su arte no tienen una línea divisoria de distinción, son lo mismo. Por eso estar con Bonetto es lo más parecido a estar en el renacimiento adquiriendo un oficio. Es un hacedor de los buenos. Me corrijo, de los mejores. Pablo es talento y enseñanza; y tanto uno como otra fluyen cadenciosamente de su voz calma y su franca actitud. Si deseas aprender a su lado, serás buen profesional y buena persona; todo por el mismo precio.
En sus inicios, cuando era estudiante de arquitectura, se relacionó con la representación, la ilustración, y la perspectiva. Y ya no paró. La pasión por los autos viene desde antes… desde siempre. Está en su ADN.
Su camino laboral no lo apartó nunca de la creatividad, del arte y de la tecnología. En la época que se menciona más arriba ese camino se hacía todo el tiempo manipulando herramientas manuales: lápices, bolígrafos, rotuladores, aerógrafos, lijas y mucho tiempo de dedicación. No era ni mejor ni peor que ahora, era lo que había; y por suerte siguen existiendo.
Andar ese sendero lo llevó de ilustrar proyectos de arquitectura a la publicidad, y luego por diferentes proyectos artístico/técnicos, hasta que se encontró con un primer modelo de computadora que podía traducir una decisión humana en un trazo, y dibujar. Una máquina muy elemental de hace unos veinticinco años que asombraba a todos con líneas erráticas construidas por gruesos pixeles. Su competencia había nacido. Era el momento de partir, los tiempos estaban cambiando.
Resuelto, decidió que si iba a seguir ilustrando y modelizando como medio de vida, sería relacionado a sus más intensas pasiones; así que apuntó hacia los autos. Y no le fue mal.
En la Revista A Todo Motor presentó sus cartas credenciales, y pronto su trabajo ganó el poster central del magazine ilustrando modelos de autos en papel para armar. Desde un McLaren Mercedes de Hakkinen diseñado por Adrian Newey, hasta un Turismo de Carretera de algún ídolo local.
El publicitario Jorge Vázquez, vio el talento enorme de Pablo y lo llevó a JVA, en el Aeropueto Internacional de Don Torcuato, para trabajar en el desarrollo de sus ideas. Su trabajo de modelismo 1:1 para los proyectos Scarab y Fulgor, por citar algunos, son la traducción directa de las decisiones de diseño interpretando a un apasionado emprendedor; Bonetto guarda el mejor recuerdo de ese tiempo y de Vázquez. El encanto se rompió cuando llegaron las crisis, y la restricción de patentar los vehículos armados fuera de fábrica.
El mercado local cesó, y esos hangares de Don Torcuato, como muchos otros, cerraron sus persianas como párpados que se bajan para evitar mirar hacia el futuro que se avecinaba. Varias generaciones de expertos conocedores se quedaron sin trabajo y sin descendencia en sus profesiones y oficios. Quedaron condenados a la extinción. Otra vez era tiempo de cambiar.
La docencia es un talento natural en Pablo, así que no tardó en dirigir parte de sus quehaceres a transmitir esto que tan bien sabe hacer. Primero en la UTN Pacheco, y ahora en ITM de Villa Ballester, el diseño vehicular, la historia del automóvil, la industria y las carreras de los años 60,70 y 80 están ahí. Es tradición escuchar desde su aula el sonido del Porsche 917, las Ferrari 512 y los Matra cuando apenas comienzan las clases, y tipos de 19 años acostumbrados a ver Gol remachados al piso se desayunan con esos monstruos conducidos por Steve McQueen y sus amigos en las 24 Horas de Le Mans. Ni parpadean. Se erige un puente temporal.
Al mes siguiente ya están dibujando granturismos clásicos especialmente de los 60 /70 (cuando en diseño todo se permitía) y es frecuente ver colgadas ilustraciones que emulan obras de Gandini, Giugiaro o Pininfarina. Ahí está situado, a entender de Pablo Bonetto, el auto que es la síntesis de tan gloriosa época, el De Tomaso Mangusta firmado por Giorgetto. Es su preferido. Por eso lo ha construido como réplica en escala, y son los modelos que aparecen en las fotos de esta nota (he sido gratificado hace muy poco con uno de estos ejemplares, ¡muchas gracias Pablo!)
El transporte público es un área donde también ha incursionado, trabajando como modelista para la carrocera Ugarte, esta intervención en los modelos 1:1 tuvo su correlato en los portalápices que reproducen a escala el frente y cola de los colectivos que producen. Hay colectivos para todos.
Esto es apenas una muestra de lo que este prolífico artista industrial ha logrado en un país que sistemáticamente ha castigado a los hacedores. Por eso es que el mejor proyecto de Pablo es el próximo. Mantengamos los dedos cruzados para que así sea. Por tipos como él es que siempre debemos mantener intacta nuestra capacidad de asombro.
Freddycam
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El McLaren que creó para la extinta Revista ATM.