La automotriz china Dongfeng y el Estado francés acordaron su ingreso como accionistas de Peugeot-Citroën. De entrada aportarían 750 millones de euros cada uno, aunque el desembolso total podría ascender hasta 3.000 millones de euros para alejar el fantasma de la quiebra.

"La opción de abrir el capital al Estado francés y a Dongfeng ha sido aprobada por el consejo de administración", indicaron fuentes de PSA. El Estado galo y Dongfeng se quedarían con el 14% de la automotriz cada uno, aunque todavía no se confirmaron los términos de la operación.

El acuerdo de las tres partes tiene motivaciones diferentes. Peugeot-Citroën necesitaba de manera acuciante un aporte de capital para evitar caer en cesación de pagos. Con la excepción de algunos mercados, PSA viene perdiendo terreno en ventas frente a sus competidores.

El Gobierno francés, por su parte, se asegura una voz en el directorio para resistir el despido de más personal en su territorio y defender la operatoria de las históricas fábricas galas de PSA.

Dongfeng aumentará su influencia para el desarrollo de productos específicos para el mercado chino, teniendo en cuenta que es el país que más autos de Peugeot-Citroën vende en todo el mundo.

El ingreso de los nuevos socios marca el fin del control absoluto que mantuvo la familia Peugeot sobre la compañía, desde su fundación 1896.

La noticia -que debería oficializarse el próximo 19 de febrero, cuando el ejecutivo Carlos Tavares asuma como nuevo consejero delegado- no fue bien recibida en la Bolsa de París, donde las acciones de PSA cayeron un 11%.

La noticia de la llegada de nuevos socios se conoce semanas después de que General Motors vendiera su participación del 7% en PSA. Esto no implica el abandono de los proyectos de desarrollo de productos en común, que ambas marcas mantendrán.

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