Texto y fotos de Cristián Bertschi
Publicado originalmente en www.retrovisiones.com

Hace unas semanas, el Bentley 8 litros limousine se presentaba en el Club de Autos Clásicos (ver nota) con la ilusión y la incertidumbre de qué podría pasar en pocos días, cuando fuera mostrado en el pasto de Pebble Beach, en ocasión del 63er. Concours d’Elegance.

La mañana arancó como siempre, con una niebla que no deja verte ni los zapatos, fresca y húmeda. Fuimos bien tempranito para evitar la gente, pero no fuimos los únicos con esta idea, así que al llegar ya estaba bastante pobladito.

Ahí estaba el Bentley, en la primera parte del display, con Jorge Martucci al lado, controlando todo lo que pudiera pasar que hasta esta altura del partido ya era casi muy poco. El dueño del auto, Federico Álvarez Castillo, iba y venía por ahí, mirando autos, tal vez para bajar la ansiedad.

La mañana fue transcurriendo y los jueces visitando los autos, con mucho hermetismo e incertidumbre hasta la hora de la entrega de premios.

Finalmente el Bentley se llevó el segundo premio en su categoría: Class J-1: European Classic-Early, y el premio especial Montagu of Beaulieu. O sea que el Bentley no se llevó un premio, ¡se llevó dos!

Felicitaciones a Federico Álvarez Castillo, Jorge Martucci, Jorge Sica (padre e hijo), Bruno Andreozzi y todos los que metieron mano en este proyecto que por momentos pareció delirante, pero que terminó en la rampa de Pebble Beach, donde todos quieren estar.

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Subasta en Pebble Beach Récord para una Ferrari

Durante el fin de semana de clásicos de Monterey, se realizó la tradicional subasta de autos organizada por RM Auctions. Allí se alcanzó un precio récord en remates para un auto de calle: se pagaron 27,5 millones de dólares por una Ferrari 275 GTB/4*S N.A.R.T Spider de 1967.

Este valor lo convierte en el segundo auto más caro subastado en la historia, detrás de la Flecha de Plata de Fangio (ver nota).

El elevado precio sorprendió a muchos, pero tiene sus motivos. En primer lugar, se trata de uno de los diez ejemplares pertenecientes a la serie especial encargada a Maranello en los años '60 por el importador de Ferrari en Estados Unidos, el legendario Luigi Chinetti. En segundo lugar, la subasta tenía un fin solidario: recaudar fondos para obras de caridad afines al dueño original del auto, Eddie Smith Sr.

La Ferrari NART fue comprada por el empresario canadiense Lawrence Stroll.

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