La noticia de que el empresario chocolatero Ricardo Fort se compró su tercer Rolls-Royce fue celebrada el viernes pasado por la prensa de la farándula, pero no cayó demasiado bien ante el importador local: BMW Group Argentina.

Fort causó un revuelo al publicar en Twitter las imágenes del Phantom azul eléctrico –y con Flying Lady de cristal, iluminada por dentro- que compró en Estados Unidos. El empresario ya tuvo un Phantom y un Phantom Drophead Coupé en Buenos Aires (ver nota).

Desde que Rolls-Royce desembarcó de manera oficial en la Argentina en abril del 2007 (ver nota), tan sólo se vendieron tres ejemplares: dos para Fort y uno de Mario Roberto Segovia, un rosarino que el año pasado fue condenado 14 años de cárcel por tráfico de efedrina. Su Phantom ahora descansa en un depósito judicial (ver nota) y debería salir a subasta pública.

Este tipo de clientela tan variopinta –y el dato no menor de que el Rolls más económico cuesta 600 mil dólares en suelo patrio- son algunas de las causas por las cuales la marca británica no termina de despegar en nuestro país.

Mientras en Chile y Brasil ya se abren concesionarios Rolls-Royce, en la Argentina las ventas de la marca se mantienen sólo a pedido (ver nota).

Por qué ya nadie quiere comprar un Rolls-Royce en la Argentina

(Gracias a FerD y Rogue Squadron por las fotos)

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