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Para los fanáticos de los autos deportivos, fue uno de los lanzamientos más esperados del 2012. Pareciera haber tardado una eternidad, pero la Argentina tiene el privilegio de ser el primer mercado latinoamericano en tenerla a la venta. La coupé Toyota 86, importada de Japón, ya está en nuestro mercado por un precio desde 44.900 dólares (ver todos los precios y versiones).
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La presentación se realizó esta mañana, en el Autódromo de Buenos Aires, y con la pista bien mojada. Para darle un toque más emotivo, la marca trajo a los Corolla oficiales del Súper TC2000, con los pilotos Matías Rossi, Mariano Werner, Ingnacio Char y Esteban Guerrieri.
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Toyota espera vender 300 unidades anuales de la 86, un producto al que su presidente, Daniel Afione, director de Relaciones Institucionales de la marca, definió así: “Es un auto que te permite un manejo deportivo y divertido, teniendo el control todo el tiempo. Es una sensación única”.
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Por su parte, Gustavo Salinas, director Comercial, señaló: “Con la Toyota 86 queremos ampliar el perfil de público de Toyota, no ya con vehículos racionales, sino más emocionales y deportivos”.
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En el evento se comentó que, a partir del año que viene, comenzarán a ofrecerse una serie de accesorios para personalizar al vehículo. Entre ellos, estará el alerón trasero y más opciones de llantas. Por el momento, no está prevista la llegada del Pack Evolution, mucho más extremo y focalizado para el uso en circuitos.
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Como curiosidad, en ningún momento de la presentación se mencionó el nombre de Subaru. Esta marca japonesa fue la encargada de desarrollar el motor y la transmisión de la 86, que además se produce en una de sus fábricas. Ya llegará el turno de Indumotora, representante de Subaru en la Argentina, que confirmó la llegada de la coupé BRZ (gemela de la 86) para el primer semestre del 2013.
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La prueba de manejo para la prensa fue inusualmente corta. Breve. Escasa. Menos de una vuelta a un circuito trazado en parte del 5 y el 8 del Gálvez, sin siquiera llegar a pasar por la recta. Se entiende: había una legión de cronistas ansiosos por ponerle las manos encima.
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Ese brevísimo –ínfimo, minúsculo, mísero- contacto alcanzó para llevarse una impresión soberbia de su desempeño. No es un auto que sorprenda por su potencia, todo lo contrario. Pero el motor trepa con tanta velocidad de vueltas que es una delicia acelerarlo. Los frenos sorprenden por su contundencia. Y el control de estabilidad –con cinco programas y seteado a prueba de periodistas mancos-, frustra por su constante intervención.
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Pero lo más asombroso es su comportamiento en curva: no es neutral ni sobrevirante. Al comienzo, es netamente subvirante. Se va de trompa de manera escandalosa. Pero lo mejor viene después, cuando comenzás a provocar la cola con el volante y el acelerador. Entonces empieza un curioso diálogo con el conductor:
Toyota 86: Ojo, mirá que voy a empezar a derrapar
Conductor: ¿Qué?
T86: ¡Que voy a empezar a colear!
C: ¿Ahora?
T86: Sí, ¿estás listo?
C: Y dale…
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Así, de manera gentil, previsible, segura y muy anticipada, la 86 comienza a deslizar con una suavidad y un control absoluto. Es mérito de un chasis muy equilibrado y un centro de gravedad bajísimo, ubicado a sólo 460 milímetros del suelo. Y hace sentir al conductor como si fuera King Drifting. Aunque esté claro que no lo sea.
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Pero, lo dicho, la media vuelta al autódromo fue muy corta. En señal de protesta, Autoblog amenazó con un piquete en el medio de la pista. El crítico se aferró a su butaca, resistió como pudo a que le desabrocharan el cinturón. Y sólo cedió ante una propuesta indeclinable: pronto, muy pronto, la Toyota 86 estará en el garage de Autoblog.