Trabas a la importación, demoras en los trámites aduaneros y represalias por supuestas políticas proteccionistas volvieron esta semana a aumentar las fricciones dentro de la industria automotriz del Mercosur.
Debido a demoras en la provisión de piezas provenientes de sus proveedores de Argentina y Brasil, Fiat Auto Argentina volvió a suspender ayer y hoy a 1.500 operarios del segundo turno de su planta cordobesa de Ferreyra. En enero pasado, la automotriz italiana había tomado una medida similar ante las trabas aduaneras.
La empresa no brindó información oficial sobre la medida, pero desde el sindicato Smata se informó que la parada se aprovechará también para adecuar la línea de montaje para los dos modelos que la planta comenzará a producir en los próximos meses: los nuevos Palio y Grand Siena.
Mientras tanto, en Uruguay, Chery denunció una vez más que siguen los inconvenientes para exportar a la Argentina los modelos Tiggo y Face ensamblados en Carrasco. La automotriz china amenazó con despedir a 360 operarios si no se levantan las restricciones.
En una medida que podría interpretarse como una represalia de las autoridades uruguayas contra las políticas argentinas, marcas como Chevrolet y Ford revelaron que están teniendo inconvenientes para ingresar a Uruguay vehículos provenientes de nuestro país.
GM, por ejemplo, tiene 120 vehículos argentinos detenidos en el puerto de Montevideo a la espera de la aprobación de los trámites de importación.