Texto de Carlos Cristófalo

No soy muy afecto a los saludos de fin de año. Menos aún desde que un mismo mensaje se puede reenviar a miles de personas con un sólo golpe de pulgar. De hecho, en las pasadas fiestas sólo levanté el teléfono para saludar a una persona: a Clemar Bucci.

Hacía más de un año que no hablaba con él, pero me surgieron unas ganas repentinas cuando, hojeando el nuevo libro de Adefa con la historia de la industria automotriz argentina, me encontré con un par de párrafos dedicados a su trayectoria.

El 2010 no fue fácil para Clemar. Su hijo, que era fotógrafo profesional y llevaba su mismo nombre, falleció de manera sorpresiva y dejó a Clemar sin palabras durante varios meses.

Clemar Bucci tenía 90 años y, según me confirmaron Hugo Semperena y Federico Kirbus, falleció ayer de un ataque al corazón.

Cuando hablé con él, el pasado 23 de diciembre, el teléfono me devolvió la alegría de escuchar al tipo optimista de siempre, lleno de proyectos y con ese tono tan amable como cordial, que sólo brindan muchos años de cultivada caballerosidad.

Estaba contento porque había recibido una postal navideña de uno de sus hijos adoptivos, Horacio Pagani, con palabras de cariño y admiración.

Bucci fue campeón argentino de Fuerza Libre en 1947 y, junto a Juan Manuel Fangio y José Froilán González, formó parte de la misión de pilotos argentinos que viajó a competir a Europa con el apoyo del gobierno de Juan Domingo Perón.

Entre 1948 y 1956, Clemar corrió cinco grandes premios de Fórmula 1 y otras tantas carreras sport con autos de Gordini, Maserati y Ferrari.

Fue empresario autopartista, con un éxito tan rutilante que su carrera empresarial sólo pudo encontrar el único fin posible de los que apuestan a la producción en la Argentina: quebrado, devaluado y acorralado.

Desde entonces se recluyó en su casona del Bajo de Belgrano a jugar, soñar y crear sus propios autos.

No era una afición nueva. En 1970, Bucci fue el diseñador y constructor del Dogo, tal vez el primer concept car argentino. La idea era crear un auto de competición y un deportivo de calle de industria nacional, pero las condiciones del país nunca se lo permitieron. El concept tenía un motor Peugeot 404, pero estaba pensado para llevar un Ford V8.

El diseño del Dogo fue inspirador para muchos chicos de la época, en especial para uno de Casilda, provincia de Santa Fe, llamado Horacio Pagani. El genio creador de los Zonda que hoy se fabrican en Italia y que se convirtieron en verdaderos referentes de los superautos modernos, confesó más de una vez que el Dogo de Bucci lo impulsó a dedicar su vida a la fabricación de autos deportivos.

En octubre del 2009, Clemar Bucci me abrió las puertas de su casa para poder escribir una de las notas más lindas que publiqué para Autoblog en estos cinco años: Bucci Special, el sueño de un superauto argentino.

Ahí se podía ver que el veterano creativo no sólo estaba activo, sino enfrascado en una patriada titánica, en la que trabajaba con la paciencia y parsimonia de quien piensa vivir hasta los 150 años.

Entrar al hermoso taller-museo que había montado en el fondo de su casa siempre era una sorpresa. Entre el Dogo y otros autos históricos, siempre aparecía una pieza nueva. Réplicas de Mercedes-Benz 300 SLR, proyectos inconclusos, restauraciones de eslabones perdidos de la industria automotriz y últimamente el Bucci Special: un espectacular roadster biplaza que llevaría un motor Mercedes-Benz AMG V12 con 700 caballos de potencia.

Acceder a su estudio de trabajo era un viaje aparte. Un escritorio lleno de correspondencia con fabricantes y diseñadores de todo el mundo, libros técnicos a montones, una notebook que decía no saber manejar muy bien pero que dominaba con un dedo mientras hablaba del clima... y su incansable mascota perruna: una juguetona y pegajosa bolita de pelos caninos que se pasaba todo el tiempo de la charla trayéndote almohadones y peluches para que juegues con ella.

Cuando hablé con Clemar, en la víspera de la Navidad, me contó que el primer prototipo del Bucci Special ya estaba avanzado. Y acordamos una visita para febrero próximo.

Le pregunté si el auto planeaba venderlo o era sólo un ejercicio lúdico: "Vamos a ver, primero quiero hacer uno para divertirme manejándolo yo. Después veremos..."

Recién ahora comprendo qué me movió a llamarlo aquél día. No eran sólo sus proyectos ni un gesto de compasión por el difícil año que había tenido. Escuchar a Clemar Bucci, a los 90 años y cargado de proyectos, siempre me resultó refrescante e inspirador. Tan sólo por eso creo que muchos nunca lo vamos a olvidar.

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Clemar Bucci, Bernie Ecclestone y Clemar Bucci hijo (fallecido en 2010). La foto es del Gran Premio de Mónaco de 2009, donde la FIA homenajeó al ex piloto argentino.

El Dogo de 1970, primer concept car argentino y fuente de inspiración de varias generaciones.

El espectacular e inconcluso Bucci Special. Clemar trabajó en él hasta el último día.

Bucci en el taller de su casa de Belgrano, junto a las réplicas del Mercedes-Benz 300 SLR. Más atrás, el Dogo.

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