Ejemplares como "Nico Nikola" los hay por doquier y son muy fáciles de encontrar, especialmente en los medios tradicionales como las revistas que se editan e imprimen en papel y las cuales se las puede comprar en cualquier kiosco del mundo. La tradicional revista española “Coches Clásicos” cuenta con un columnista misterioso llamado “Juan Nadie”, quien suele encontrarse en la última página, junto al listado del staff.

No es la primera vez en que siento algún tipo de conexión con este “Mistery Writter” español, pero en este caso su anticipación acerca de mi agenda de este último mes no deja de asombrarme. El título de su nota es “One Man Club”, haciendo un juego de palabras con la clásica frase esgrimida por los británicos “One Club Man” (“Hombre de un solo club”) que a modo de elogio y refiriéndose exclusivamente a aquellos deportistas que pasan toda su carrera en un solo club, destacan su compromiso y lealtad con la institución.

El mismo periodista trae dos ejemplos: Carles Puyol (Barcelona) y Manolo Sanchis (Real Madrid). Me siento incapaz de traer algún ejemplo de nuestra tierra, lo siento: el fútbol no es mi fuerte.

Saliendo pronto de la pelota y forzando alguna analogía con los clubes de autos, Juan Nadie nos lleva al mundo del automóvil histórico dando vuelta la frase y haciendo referencia a aquellas agrupaciones cuya supervivencia ha dependido de un solo hombre o al menos de un puñado de ellos: “One Man Club” (“Club de uno solo hombre”). Tampoco encuentro ejemplos en Argentina de clubes de autos donde un solo hombre lo maneje todo, lo decida todo e imponga su propio criterio y estilo, aunque ha habido aquellos con fuerte personalidad (más fáciles de descubrir), donde la agenda del club depende de un grupo de unos pocos voluntariosos que a lo largo de los años han ejercido un rol hegemónico, a la vez que han ido rotando su participación entre presidente, vices, tesoreros o secretarios. Hasta hoy esto no es necesariamente ni bueno ni malo: en muchos casos ha sido así por una única razón y es la falta de involucramiento de otros socios, quienes eligen una participación menos activa y descomprometida.

Aparentemente, en los clubes españoles sucede lo mismo y la coincidencia va más allá: el impacto que dejado por la pandemia ha tenido idénticas consecuencias en ambas orillas del charco.

Durante casi dos años, las actividades sociales menguaron, los rallies fueron cancelados y las exposiciones recién este año tuvieron un regreso al calendario anual. Como triste realidad, algunos clubes perdieron amigos y miembros importantes debido al Covid-19: gente que se aleja, abandona proyectos o simplemente desaparece sin dejar rastros trayendo como correlato una gran morosidad en el pago de cuotas sociales y la consecuente disminución de los ahorros acumulados para solventar gastos fijos.

Algo que también he notado es que ha disminuido mucho el ingreso de nuevos entrantes a este apasionante hobby del coleccionismo. Lo que antes era moneda corriente, como el hecho de estar conociendo gente nueva en cada encuentro, personas que habían comprado su primer clásico y que acuden al club en búsqueda de un espacio donde pertenecer, son una especia en extinción. La crisis económica y los múltiples cepos a la economía están salpicando inevitablemente nuestra actividad: imposibilidad para importar repuestos, ingresos disminuidos o erosionados por la alta inflación, creciente aversión al riesgo que paraliza la compra de autos o la iniciación de proyectos, necesidad de cuidar los ahorros y la sospecha fundada de que los autos clásicos (en nuestro mercado) ya no son una reserva de valor, y si lo fueran como son algunos contados ejemplos, tienen barreras de salida muy altas. Los números de las transacciones han disminuido y los precios a los cuales se realizan muestran una baja limitándose a muy puntuales oportunidades. Esto es absolutamente comprobable si se tiene la costumbre de seguir algunos avisos: yo lo hago. Es frecuente y entre amigos encontrar quienes se estén desprendiendo de unidades y reduciendo su colección: lo opuesto a la pre-pandemia.

Sin ser alarmista, sobran ejemplos acerca de que nuestra actividad no está en su mejor momento y los motivos aquí expuestos son sólo los más evidentes y comprobables, aunque la lista podría ser más extensa y la discusión podría llegar a ser -descarto que lo será- casi filosófica. El cambio generacional, la falta de especialistas como carburistas y el fracaso de la organización y pérdida de atractivo de algunos emblemas de la actividad como el GPH (tema que merece una columna aparte), son también causa y consecuencia de esta decadencia. Sólo el tiempo dirá cómo evolucionará este proceso y cuál será el nuevo norte. Lo que no debemos es dejar de observarlo y estar atentos: hay mucho que aun podemos y debemos hacer.

Los clubes de autos tienen una loable tarea en la búsqueda de preservar el patrimonio cultural y los valores de una marca o un tipo de automovilismo: remembrar una época y promover un estilo de vida. Los beneficios para los socios son incontables y en muchos casos esenciales, especialmente los clubes de marcas que facilitan el cuidado y mantenimiento de las unidades, el intercambio de repuestos, datos acerca de especialista y tips de cuidado o restauración. El valor de las unidades en el mercado está relacionado -entre otras variables- a lo prolífero que sea el club y lo numeroso de sus miembros, quienes suelen “pasarse” los vehículos, especialmente aquellos más exclusivos o únicos. Sobran ejemplos en los cuales un club activo puede agregar un 50% o más de valor a modelos equivalentes de otras marcas. Más allá de pasiones, gustos o discrepancias técnicas el mejor (por estado) Fiat 128 podría casi duplicar el precio de “el mejor” Opel K 180, siendo este último mucho más raro y difícil de hallar. Un capítulo aparte es la “apatía” y hasta el destrato de las fábricas hacia los clubes, los cuales -y lo digo como marketer- aportan muchísimo en la construcción del vínculo emocional con sus clientes. Quizá la excepción sea Ford Argentina, la cual ha acogido y acompañado actividades especialmente relacionadas con el Falcon, el Mustang y la Bronco. El contra ejemplo es justamente Fiat (hoy Stellantis), que además cuenta en esta nueva etapa con otro club activo como lo es el de Peugeot. Lejos de promover y alentar su propio patrimonio histórico, no participa ni se acerca a sus consejos administrativos (ver nota). Sin duda, falta de visión de sus líderes.

Recientemente he participado de dos asambleas de sendos clubes donde se han elegido nuevas autoridades. Si bien en uno de ellos pudo conformarse una nueva comisión, en gran parte con miembros de la saliente, en otro de los casos aún no hay acuerdos ni candidatos para presidente y vice, corriendo el riesgo de declararse una peligrosa e indeseable acefalía.

La realidad es la misma: morosidad, falta de participación e involucramiento de socios y ausencia de una necesaria renovación generacional. Sin clubes activos, que además se sinergicen unos a otros, la afición está en riesgo.

Es tiempo de involucrarse, acercarse y participar. Es necesario que nuestra comunidad crezca. Es puro beneficio y nos abre puertas impensadas: nos permite hacer nuevos amigos y descubrir espacios y actividades que nos harán bien. Revalorizará nuestros autos y los haremos conocer, lo cual será una oportunidad de orgullo y comprobación de que nuestro esfuerzo ha valido la pena.

Este año regresa Autoclásica (ver fechas) y apenas puedo contener el entusiasmo y ansiedad que me genera. En la medida en que los clubes lleguen a octubre fortalecidos y enriquecidos por nuevos integrantes, es que la calidad y diversión estarán garantizadas. Este es un llamado a la acción (“Call to Action”) a toda nuestra comunidad: estoy consciente de los tiempos que corren, la falta de recursos el desánimo de muchos y las distintas realidades que nos afectan y alcanzan. Sin embargo, también estoy seguro de que valdrá la pena.

El mundo del automóvil histórico, clásico o de colección es multidimensional, profundo y dinámico. Cada año hay motivos para celebrar y conmemorar (hitos y lanzamientos) y también festejar y dar la bienvenida a aquellos modelos que se incorporan, porque el calendario lo dicta y ya suman 30 años de historia. Cada uno de nosotros elige desde dónde y cómo vivir esta pasión. Todos podemos ser protagonistas. No dejemos pasar esta oportunidad: tu participación se ha vuelto necesaria.

N.N.

Foto de portada: Club Alfa Romeo Argentina

La columna de Nico Nikola: “Un día en clásico a la oficina”

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