En el último episodio de Jay Leno´s Garage, el prolifero y ecléctico comediante presentó un automóvil de su extensa y sorprendente colección: un Cadillac CTS-V modelo 2012 . Motor Corvette de 550 caballos y caja manual de sexta (la primera desde 1947) yendo a la caza de los alemanes AMG, M y RS a un precio más atractivo y superándolos en estilo y performance (Leno lo explica muy bien en su programa).

Driving y handling, heredado de su primo “el salvaje Vette”,  y una coupé musculosa y dibujada al estilo de los F117 Nighthawk, tal vez la última vez que Detroit se haya inspirado en la industria aeronáutica. Mi cabeza explotó de ideas y asociaciones a los pocos minutos del video (ver debajo). El mismo auto merece una columna, sin embargo y como es habitual, vamos a ir por otro camino.  

Siempre me ha gustado esa serie de caddies. Curiosamente aún conservo un catálogo que yo mismo entre a buscar a una concesionaria de Minnesota. Entre tanta idea suelta, busqué un cabo y lo amarré a la condición de tensión competitiva, la misma que han vivido las marcas a uno u otro lado del Atlántico. Esta máquina la representa como pocas.

Detroit ha tenido su propia guerra fría. Salvo la ex República de Weimar, todos los demás, incluidos Arese y Sochaux, por dar sólo dos ejemplos, han sido grandes perdedores en la contienda. Una rivalidad explícita y evidente con serios exponentes en ambos bandos. Un Alfa 164 o un Peugeot 505 de paragolpes feos y protuberantes y muchos caddies del otro.

Los argentinos tenemos gustos y preferencias europeas En una oportunidad accedí a un informe de un focus group realizado por una automotriz local que sentenciaba nuestra predilección por el auto francés, siendo Peugeot un ícono en estilo y diseño. Eran tiempos en que no conocíamos a los rumanos con un forzado acento francés y en los concesionarios rugía una oferta de leones del segmento B, C y D.

Antes que nada, y para ser justos, estoy dejando de lado a las pick-ups que han dejado atrás su pretensión de “full sizes” para centrarse en versiones livianas, más que nada siguiendo la huella que dejaron esos ojos rasgados. Es por esta misma predilección, fanatismo en algunos casos, que nos hemos perdido algunos ejemplos que al menos nos deberían hacer reflexionar.

Reconozco que ya en los años setenta y producto de "sabe Dios que maldición tuvieron los americanos", los yankees entraron en un periodo larguísimo en el que perdieron el norte. Rumbo que supieron recuperar, por momentos, el Oldsmobile Aurora, los autos “nube” de Chrysler, el Pontiac Fiero o la saga de Jeep de los noventa. Buenos ejemplos de su propio saber hacer.      

Para poder volver al CTS-V debemos retroceder a la época en la que fue presentada: cuando los SUV eran una promesa. Permítanme usar el eufemismo de amenaza de las marcas chinas. Japón absolutamente consolidado, políglota por necesidad, definía su liderazgo en sedanes y minivans. Pero no fue este el último intento de conquistar el viejo mundo, pero sí uno muy serio en esta contienda. El resultado ya lo conocemos y puede sumarse a la lista de fracasos.   

En este juego de asociación libre, me fue inevitable descubrir en el auto elegido por Jay: un parecido con el AMX Sport Coupé de 1968 o al AMX Javelin Fastback Hardtop Coupé de 1972. ¡Que maravilla esos autos! Con 390 pulgas cúbicas y 330 bhp eran sin duda verdaderos muscle cars en poco más de cuatro metros de largo. Van algunas salvedades.

En este mismo lustro quedó atrapado injustamente a la sombra de los Cadillac El Dorado y Coupe Devilleel el también desaparecido Oldsmobile (siempre me gustó el Toronado Hardtop 1966), con menor innovación y personalidad. El Lincoln Continental de 1963, tristemente célebre por el asesinato de Kennedy, superó a cualquier Mercede-Benz en tecnología y diseño, describiendo la superioridad de una industria pujante y millonaria dispuesta a apostar fuerte, poniendo siempre toda la carne al asador.

Dentro de las marcas americanas, la que ha intentado todo y más es sin duda la protagonista de esta columna. El Cimarrón de 1987 con entrañas de Opel y tracción delantera o el magnifico Allanté, el  que jamás renegó de su objetivo principal: robar una porción de segmento en el que reinó, y aun reina, las SL. Ambos excelentes ejemplos de algunas décadas atrás. Ambos, a engrosar la lista de los reprobados.  

Imposible describir aquel centenar del modelos lanzados al mercado en sus distintas épocas cuya única razón de ser fue gustar y atraer al público de ambos continentes. Gracias a aquella tensión, hemos visto parir modelos e incluso marcas que nos han dejado interesantes ejercicios estilísticos de los que hemos podido disfrutar.

Chrysler no ha quedado lejos en aquella batalla, viviendo su época de gloria con Ghia, el carrocero turinés, mostrando prototipos emblemáticos como el Turbine de 1963. Esa sociedad duró poco mas de diez años y produjo unos veinte concepts, algunos fabricados en pequeñas series hasta que apareció Ford y, como sello de calidad, mató lo que fue poco mas que un cobranding. Mal no les habrá ido, ya que ahora están haciendo lo mismo con Vignale, curioso recurso marketinero para, entre otras cosas, soportar la imagen del bien intencionado Mondeo. Atrás quedo el ejercicio estilístico que hiciera el carrocero para el Mustang en 1984: todo un mensaje para futuros clientes, justamente bajo los mismos argumentos.  

Nuestros amigos del sol naciente observaron y aprendieron con paciencia. En silencio y con la bolsa de pochoclo en mano, sustrajeron lo mejor de los dos mundos y se quedaron con ambos. La venganza por Hiroshima y Nagasaki llegó a tiempo. Mecánicas eficientes y confiables, recursos de diseño robados descaradamente a punto tal que nadie podría ofenderse si se le apodó a la primer Toyota Célica: el “Mustang japones”. ¿Recuerdan los primeros Datsun que llegaron a nuestras tierras durante “la plata dulce” como el 200L sedan o coupé? ¿Acaso no lucían como autos americanos con menores dimensiones? Europa y América tanto en sus formas y proporciones como en detalles interiores.

Aplausos de pie para quienes apenas dos décadas después fueran por el liderazgo teutón, mostrando como claro exponente ganador a los Lexus. Chrysler, de la mano de Iacocca inventó la Minivan. Con el tiempo, la Toyota Sienna se quedo con el liderazgo en los tempranos setentas.        

Perdón por el menú del día. Ribs con salsa barbacoa, pasta o sopa de cebolla de entrada y cerramos con strudel de manzana. En la mesa de enfrente, sushi a la carta. Usted elija. Nosotros, en el país de la avenida mas ancha, las mujeres mas hermosas y la mejor carne, nos hemos ganado el lugar y el derecho a criticar y juzgar. Porque lo vimos primero y porque lo inventamos y patentamos. Y no me refiero al colectivo. 

¿No es acaso el Torino, nuestro Toro de las pampas, el mejor ejemplo de haber descubierto la pólvora? Un diseño americano refinado por europeo con sonido de Jaguar e interior que bien podría parecer el de una Ferrari. Sin fanatismos ni falsos nacionalismos, el Torino fue un producto cuyo potencial comercial apenas logró ser explotado. Una fórmula que siempre atrajo miradas tanto en Europa como en EEUU y aún lo hace. Sutilmente obtuvo lo mejor de cada facción. ¿Otra oportunidad perdida? No me atrevo a semejante afirmación. Vuelvo a Jay y a su gusto por la rarezas y pienso, ¿cómo es que no luce un 380w en su colección?. Sin dudas, si lo viera, al menos lo consideraría. De eso estoy seguro.

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