Hace ya muchos años -más de 20, seguro- leí un libro acerca de  un relato autobiográfico del gran Dominique Lapierre, escritor franco inglés, autor del best-seller “El Quinto Jinete del Apocalipsis”. Allí, en compañía de su colega y amigo reportero Larry Collins encaran un periplo de 20 mil kilómetros por la India en un Rolls Royce usado. Conocido amante de los autos y pequeño coleccionista, Lapierre comienza el relato con el proceso de compra del auto y su preparación para el viaje.

El libro es un deleite para los que amamos los autos y nos encanta hacer kilómetros en ellos. Algunos pasajes de este libro quedaron en mi memoria para siempre. Uno de ellos fue cuando, tras un problema mecánico con la inyección y luego de temores y prejuicios, caen en un taller de Bombay donde un talentoso mecánico logra una afinación digna de un Stradivarius. El motor del Rolls, según el propio autor, nunca antes había funcionado tan bien.

El segundo pasaje, y que me sirve de inspiración para esta nota, es cuando en alguna de las ciudades visitadas y superpobladas de la India viven un incidente de tránsito, cuando un hombre con un carro roza un guardabarros y por el contrario y lejos de lamentarlo, encuentra en ese pequeño daño una cicatriz que sellará para siempre sobre la carrocería una señal que atestigua en parte aquella aventura. Desconozco qué fue de aquél Silver Cloud y si el autor cumplió su promesa, lo que importa es que lo grabé en mi mente de manare indeleble.

Debo confesar que no he releído el libro ni lo he encontrado en mi biblioteca, pero jamás olvidaré la emoción y el entusiasmo que me provoca recordarlo: “India, Mon Amour”.

Para los que han leído algunas de mis columnas (ver todas acá) sabrán de mi incondicional amor por el automóvil, a punto de que casi no tengo objeciones ni condiciones cuando se trata de subir, probar o simplemente admirar alguna marca o modelo. Lo que me subyuga y conecta es la unidad. Les he contado en una de mis últimas columnas -por cierto, polémica- acerca de un viaje del que acabo de regresar y donde como siempre he vivido alguna experiencia relacionada con el automóvil (leer acá).

No tengo mucho que decir de la Seat Tarraco que conduje por Extremadura, ni del Focus rural que me llevó a transitar por las calles de Valencia. Algo, sin embargo, les adelanté del Fiat 500 híbrido que me tocó en suerte para moverme en torno al circuito de Montmeló.

Hay una última experiencia que, en cambio, me arroja de narices detrás del teclado y es la siguiente: estando ya en mi última etapa del viaje y transitando los últimos días en la isla de Mallorca, concretamente en la ciudad de Palma, recibí de mi cuñado y su familia un ofrecimiento al que no sólo no pude decir que no, sino que además pocos habrían podido explicar mi entusiasmo.

La madre de mi cuñado, una encantadora señora mallorquín libre e independiente, conserva desde cero kilómetro un Citroën Xsara verde botella con poco más de 80 mil kilómetros. Todas sus tasas originales y en su lugar. Las insignias están impolutas, lo que demuestra un uso discreto y no muchos lavados: bien plantado y por su puesto, con la ITV al día.

Casi 25 años en la familia. Fue este el ultimo auto que condujo su marido, el mismo que los habrá llevado mil veces a su casa de campo, además de haber sido testigo del nacimiento de todos sus nietos y otros eventos menos felices que hacen a la naturaleza humana. Apenas algunas heridas de guerra, como una bollo en la puerta trasera izquierda dan testimonio del transitar urbano. Siempre en cochera, su pintura brilla como nueva tras una capa de tierra que al igual que su interior nos dice que es un auto en uso. “¡Si te parece, usalo!”, me dijeron. “¡Claro que sí, es un honor!”, y así lo fue.

La otra opción eran trenes y buses, había mucho por recorrer y nada como conducir en caminos de montaña que se asoman al mar en búsqueda de la próxima cala, del próximo puerto.

Generoso y noble, curva tras curva deteniendo la marcha en cada mirador la maquina fue rindiendo incondicionalmente más de lo que esperaba. Un andar sereno, un motor que responde sin quejarse y un compañero de ruta del cual conservo algunas fotos y al que nunca olvidaré. ¿Qué es un auto, sino lo que queda en nuestra memoria? ¿Podemos escindir la experiencia del camino recorrido sin traer la imagen de quien nos lo permitió? Nada que envidiar a aquellos más nuevos y relucientes: cumple su cometido sin quejas. El aire acondicionado va “de fábula” y la posición de manejo se ajusta muy bien a mis modestos requerimientos. Los levantavidrios tienen alguna maña, pero ni mi mujer ni yo nos molestamos por ello. Además, con un poco de arte, van muy bien. El derrotero va llegando a su fin, Soller y su puerto, un camino extraordinario de montaña, luego Pollenca y a pocos kilómetros el glamour de su costa. La autovía y el regreso al departamento.

Va llegando al fin de sus días, sin futuro como clásico, ya se habla en el entorno familiar de su reemplazo. Sin valor económico y sin nadie verdaderamente interesado en completar los miles de kilómetros que aún puede rendir estará condenado el desguace. A modo de ritual de despedida, y nada más que eso, antes de dejarlo en el estacionamiento, pasamos por un auto lavado y le dedicamos un merecido baño de espuma, algunos litros de agua desmineralizada y un aspirado superficial.

Nada, un mimo, un “hasta siempre”. ¿Algún joven en la familia tomará la posta? No lo creo, ¡qué pena! Aún tiene mucho que dar. No hay nada más ecológico que la conservación, aunque no sé por qué, de eso ni se habla ni se escribe. Debería ser ya una moda descubierta por los jóvenes usuarios: no lo es.

Sé que no soy normal y sólo me animo a semejante confesión ante ustedes. Un romántico, un ingenuo o un trasnochado que encuentra en este Citroën una suerte de hermandad que lo une al Rolls de Dominique, el cual correrá mejor suerte en su museo personal. El pragmatismo siempre gana y así debe ser, nada que reclamar, ninguna causa por la que abogar. Sólo unas incontenibles ganas de escribir sobre aquellas cosas de las que mucho no se habla y sin embargo hacen a esta pasión.

N.N.

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