Queridos lectores, ya de lleno inmerso en las mieles de este nuevo año, siento una imparable necesidad de opinar sobre un tema -que confieso- por momentos me enoja -no digo que me enfurece ni me despierta ira- pero me enfrenta cara a cara con algunas de mis debilidades, incompetencias e incapacidades.

No puedo comprender a los “Early Adopters” (cuya traducción literal del inglés es “los primeros en adoptar”, pero que en realidad tiene un contenido simbólico mucho mayor).Yo los defino así: son sujetos que abrazan una tecnología o tendencia con fe ciega, repiten el concepto, lo promueven, lo defienden y anticipan su masividad inmediata, muchas veces conociendo apenas superficialmente dicha tecnología y sin analizar ningún tipo de consecuencia.

Son agoreros de un cambio inmediato, oráculos por repetición de tendencias y asesinos seriales del Status Quo. Son adoradores de Elon Musk, lectores compulsivos de Yuval Noah Harari y aquí me estoy mordiendo la cola porque mientras tengo algo personal con el primero, admiro profundamente a este último.

Estas personas que se regodean hablando de ordenadores cuánticos, vehículos autónomos y voladores o teletransportación -créanme que no exagero- suelen olvidar que pertenecemos a la Raza Humana y que, en el camino de la evolución, quien manda siempre es la capacidad de adaptación.

Harari suele explicarlo con claridad proverbial. Musk, en cambio, es el "Rey del Marketing del Futurismo”. Alegremente y, desde mi punto de vista con alguna cuota de irresponsabilidad, el fundador de Tesla se olvida con frecuencia de un detalle: la precisión de los datos. Si quiere jugar a Delfos, entonces por favor que lo haga con un poco más se seriedad en los pronósticos.

En marzo de 2018, Tesla anunció que un prototipo del “The Semi”, un camión eléctrico y totalmente autónomo, que estaba siendo testeado con una carga real en un trayecto entre Nevada y California. Se informó que, en agosto de ese mismo año, se planeaba un viaje de California hasta Arkansas en conducción completamente autónoma y sin siquiera un vehículo de acompañante. Tiempo de después, esa prueba fue postergada por tiempo indeterminado (y no fue por un reclamo de Hugo Moyano) ¿Con que propósito prometió algo que no podía cumplir?

Para mediados de 2018, Tesla contaba con 450 órdenes con un adelanto de 5.000 dólares pagados por un grupo de fervorosos "Early Adopters". Si están aburridos y les sobran 100 dólares, ingresen en la página de Tesla y verán que pueden reservar todo tipo de artefactos que aún no existen, como la pick-up Cybertruck, modelo que fue anunciado con bombos y platillos para ser producido en 2021 y tampoco se cumplió. Un detalle importante: los cien dólares son reembolsables, pero Tesla ya no promete ninguna fecha (ni de entrega ni de inicio de producción). ¿Será a fines de 2022, cuando Ford realice las primeras entregas de la nueva F150 Lighting?

Un día, Elon nos dijo a todos que la superficie terrestre -tierra, aire y agua incluidos- estaría llegando a una saturación a la hora de hablar de transporte y que el futuro consistía en moverse bajo tierra. Un sistema de tubos sellados por donde puedan desplazarse cápsulas a una velocidad de 1200 km/h, superando a un avión a reacción. Los analistas, muchos con los pies en la tierra más allá de escépticos o detractores, anunciaron que los costos estaban siendo subestimados y que más allá de la factibilidad técnica, su futuro era incierto y dudoso.

Para ser aún más modernos y progresistas, estos señores usaron el concepto de “Open Source”, dejando la patente y la tecnología disponible para que estudiantes y otros emprendedores usaran toda la información libremente para futuros desarrollos. Total: ¿A quién no le sobran seis mil millones para construir una autopista soterrada de alta velocidad?

En 2016, 600 metros de un prototipo fueron construidos y para Musk la factibilidad "quedó demostrada". Nadie tiene la habilidad de Elon para captar inversores y viralizar una idea que en boca de algunos y en los oídos de otros se convierte pronto en una voz compartida, multiplicada por sus eternos súbditos: los “Early Adopters”.

El valor bursátil de las empresas de Musk es alucinante. Con Tesla a la cabeza, el grupo alcanzó en 2020 un valor de 555 mil millones de dólares, contra los 196 mil millones de Toyota o 93 mil millones del Grupo VW. Tesla produjo, en ese período, un total de 510.000 autos (Toyota, 9.5 millones; el Grupo VW, 8.9 millones).

Una cuenta rápida arroja que el valor bursátil por unidad producida por Tesla es de 1.08 millones de dólares por auto. Para un Toyota, en cambio, esa cifra es más que razonable: 20.631 dólares por unidad. Tal vez este dato no les rebele nada, porque sólo aporta al absurdo en el orden de magnitud. No es ni capital de trabajo, ni costo unitario: es sólo el valor de cada empresa, divido el output.

Tesla, antes de vender un Model 3 en 39 mil dólares a un consumidor socio-consciente habitante de Carmel, se lo ha vendido a Wall Street en poco más de un millón, sin que ellos siquiera puedan dar un paseo por el Downtown.

Es decir que una empresa por sobre la otra cuenta con cifras excedentes incalculables e inexplicables para repensar y modelar el futuro a como se les de la gana (y habrá siempre seguidores incondicionales trabajando gratis en la construcción del mito). Son apóstoles del "Nuevísimo" crónico.

Yo no consigo explicármelo. ¿Por qué cuesta tanto ver que no es lo mismo que algo sea posible desde la factibilidad científica, que la probabilidad cierta de que eso ocurra de manera masiva y en un plazo relativamente razonable?

Ya no quiero discutir más en la sobremesa de un asado acerca de que si el hombre puede o no orbitar la Tierra en una nave de turismo aeroespacial, si un camión puede atravesar los Estados Unidos sin chofer o que por medio de una cápsula magnética que levita dentro de un tubo se puede viajar a tres veces más rápido que la velocidad del Tren Bala.

La respuesta es tan obvia como inquietante, si se puede. Ahora bien, para los más inteligentes y avezados. ¿Es este el futuro? ¿Cuándo? ¿Es una prioridad para nuestra sociedad? ¿Es Tesla en sí mismo una burbuja cuya explosión se llevará puesto a medio Nasdaq? ¿Por qué no doblar la apuesta y realmente ensayar algunas de estas respuestas? ¿No es acaso intelectualmente más desafiante?

Por estos días hubo dos eventos en el mundo del automóvil que captaron la atención de periodistas especializados. Uno de ellos refleja una intencionalidad política de posicionarse como líder del cambio a quien tiene tanto en juego como lo es Volvo. No es justo decir que sea un nuevo jugador en el equipo de los “Temerosos del síndrome de Kodak”, sino más bien un mediocampista ya veterano. El anuncio de que a partir de 2030 no producirá vehículos a combustión interna y que además a partir del 2025 el 50% que no sean eléctricos tendrán algún tipo de hibridación no pasó desapercibido. Sin embargo, no hubo ni fuegos de artificio ni videos con ejecutivos cancheros con trajes achupinados, mostrando el estilo de dominio escénico inaugurado por Steve Jobs décadas atrás. ¿Nadie preguntó por Polestar? Mejor.

El segundo evento, a mi gusto aún más avezado, fue la presentación del BMW iX M60 en el CES 2022 (Consumer And Electronic Show) en Las Vegas. Verdadera meca donde los fabricantes de electrónica y -desde hace un tiempo- las automotrices presentan el estado de arte en tecnología. Conducción autónoma en sus distintos grados, avances de la guerra por crear baterías mas rendidoras, nuevos displays o materiales ultralivianos, todo esta allí.

Sin embargo, todas las luces apuntaron al stand de BMW. Este no tan curioso crossover reveló una extraordinaria innovación. El auto entero estaba envuelto en un film, basado en la tecnología de Amazon Kindle, bautizada con el nombre de E-Link (algo así como una tinta electrónica y conectada). Esta tecnología permite cambiar entre diferentes sombras con un espectro de claro oscuro que, ante la demanda de un usuario el vehículo, cambiará de tonalidad de casi blanco a casi negro. ¡Con sólo un clic en una app! ¡Wow! Todo tipo de video circuló por redes sociales, de una gran calidad y nivel de edición. 

¡Bravo por el departamento de marketing! “BMW iX Flow es un estudio avanzado de diseño y un gran ejemplo del pensamiento hacia delante que tiene BMW, que es bien conocido por todos”, dicho por Adrian Van Hooydonk, responsable del departamento de Diseño.

Algunos papers técnicos anticipan la posibilidad de que, en un futuro, los autos puedan venir con esta tecnología cuyo mayor beneficio será colaborar con la aislación térmica, según las diferentes condiciones climáticas.

¿Que aprendimos? Que la tecnología es posible, viable y eso ya no estará nunca más en discusión. ¿Es probable que los autos comiencen a salir así de la línea de montaje?. No lo creo. ¿Que sea un accesorio? Es muy difícil, debido al costo y la complejidad de instalación, además de la cuasi certeza de que, ante un daño mínimo, la superficie será irreparable.

Ya comienzo a escuchar a mis amigos techies parlotear acerca de que los autos ya no se van a pintar y que además en el futuro vas a poder elegir cómo combinar tu auto con el traje, los zapatos o el color del frente de tu casa ¡Qué se yo! Si es lo que quieren creer, allá ellos.

Yo prefiero el camino del medio: leo y me informo. Escucho y analizo. Del futuro, que se encargue Elon. Yo prefiero desarrollar una sola capacidad: el aprendizaje permanente. No tengo tiempo ni ganas de jugar a ser Blade Runner, buscando replicantes donde abunda una asombrosa y enigmática realidad. 

N.N

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