Texto de Nico Nikola

¿Son estos tiempos de descanso? ¿Para quiénes? Si algo tiene esta industria es previsibilidad, más allá de algún virus inquietante y desconcertante o la falta de algún insumo (con carácter de crónico, global). Causa y consecuencia de cambios repentinos e inesperados en las reglas del juego o parámetros de consumo como lo está siendo la crisis de suministro de semiconductores, todo está cuidadosamente planificado. En este último caso, lo uno tiene que ver con lo otro y no escapa a la regla del "Cisne Negro", algo que descoloca e incómoda a toda la cadena de valor.

Luego de la parada forzada por una prolongada Cuarentena en el 2020, se puede decir que el 2021 fue un año cercano a lo normal (Ver: así fueron las ventas de autos en 2021). Las automotrices han vuelto sin excepción al ciclo normal y virtuoso de sus paradas estivales, que comienzan no antes de la Semana 51 del viejo año y que habrán finalizado sin excepción en la Semana 5 del nuevo año. Algunas más extensas que otras, en este rango de 6 a 7 semanas, todas habrán completado el ciclo.

Para los que estamos acostumbrados a transitar una línea de montaje, el paisaje en estos tiempos se vuelve extraño, desconocido, casi fantasmal. Un “switch off” que lo detiene todo quedando de un instante a otro, quieto e inmóvil. Sólo se adivina la estela que dejan los últimos operadores camino al vestuario, cumpliendo a rajatabla las normas de seguridad hasta el mismo instante en que atraviesan los portones de salida.

Apenas unos minutos más tarde, el silencio aturde y la falta de movimiento nos obliga a reflexionar. Estas paradas son esencialmente ordenadoras, necesarias y beneficiosas, al menos para aquellos que están afectados a la producción. Vacaciones prácticamente para todos. Tiempo de descanso, de preparación y capacitación para otros. En algunas terminales, no en todas, se pueden observar vehículos semiarmados, colgados o estáticos entre arneses y cintas transportadoras, mientras que muchas autopartes parecen haberse “comido el amague”, quedando al costado en posición de largada, alistadas para recibir una nueva orden semanas después, cuando el “switch on” le confiera la locura y el frenesí tan necesario y esperado.

Las herramientas están en su lugar, todo está en penumbra, porque el ahorro de energía es tan perentorio como racional para poder enjuagar todas las métricas medioambientales y poner muchos contadores en cero. Lo más impactante es la ausencia total del chisporroteo que ocasionan los robots soldadores en el área de Body, espectáculo que nos regala ese sector y que, si bien hablamos del comienzo del proceso, más bien debería ser un “Gran Finale” si se tratase de una ópera o un show al aire libre al estilo Disney.

El “Shut Down” de la línea no es más que un “black out”, que esconde a todo un ejército que horas después ingresará sigilosamente a escena.

Actividades contracíclicas y vitales realizadas por especialistas que oportunamente y contrarreloj, desarrollaran tareas de mantenimiento y puesta a punto. Sin descanso y con planificación férrea deberán cumplir aquellas funciones que son el verdadero motivo por el cual todo ha quedado quieto, congelado tal cual una obra del Capitán Frío. Estas operaciones se encuadran bajo el concepto de MRO, por sus siglas en inglés de "Mantenaince Repair Operations". Es decir, todas aquellas operaciones de mantenimiento rigurosamente pergeñadas.

Contratistas y proveedores tendrán un mayor desempeño junto con otras áreas de staff como compras y pañol. Un festín para el proveedor de cinta aisladora, cables, herramientas varias y elementos de seguridad, la mayoría de ellos descartados prematuramente luego de un uso específico y temporal. El departamento de Higiene y Seguridad vivirá un stress particular por aquellos días, ya que deberá coordinar y controlar trabajos poco habituales a cargo de trabajadores temporales no entrenados por ellos.

Permisos de trabajo que habrá que aprobar en tiempo récord, atentos a minimizar los riesgos sin demorar un minuto la tarea comprometida. Al tercer o cuarto día después de la parada todo adquiere una vitalidad inusual, vehículos variopintos donde día atrás hubiera estado estrictamente prohibido circular.

Escaleras, andamios y líneas de vida procurando un trabajo seguro en altura, tal vez al reemplazo de un puente grúa confirmando la importancia de la capacidad de izado en una industria donde mucho sucede en las alturas. Cualquier inversión de Capex aprobada e invertida tiempo atrás estará haciendo su debut por estos días: imposible poner a prueba un robot, un herramental nuevo o ajustes en la planta de pintura cuando el Takt Time – que marca el ritmo de producción por unidad de tiempo, generalmente por hora- está a pleno y se baraja un nuevo turno, imposible. Hay también una parada corta entre junio y agosto, una o dos semanas, que no dará tiempo a mayores ajustes.

Una industria que no descansa, que nunca duerme. Un trajinar eterno inmerso en un continuo de postas sincronizadas cuyo testimonio vuela a velocidad de la luz. Jornadas de 24 horas, luces y sombras, ruidos que son señales explícitas que marcan el ritmo de cada jornada. Un nuevo modelo o cambios en el “Lay Out” -diseño de la línea de montaje- sólo suman vértigo y complejidad. Esto es tristemente infrecuente por estos días.

Gremios que interactúan, que colaboran y compiten con celo por ganar algo de tiempo y lograr el final de obra de manera anticipada, ganándose el favor de quien adjudicó la obra y asegurándose alguna ventaja al año siguiente. La tensión puede ser enorme, el cronómetro corre y el día del regreso, la hora del regreso, se acerca.

Suena el timbre y los tableros muestran la hora señalada. Mágicamente, la línea empieza a moverse y ahora los sonidos son muy distintos. Cada uno en su puesto, con el uniforme impecable, cada pieza en su lugar y de memoria vuelven a cada operación.

Todo fluye, los números indican el nuevo Takt Time, ¡pan comido! El Ramp Up – rampa de producción que no es más que el camino hasta encontrar el ritmo esperado- será lento y llevará una semana para estar en los niveles previos al corte. Todo luce bien, se siente bien y se renueva la esperanza en el nuevo período.

Olor a pintura fresca, fluidos nuevos, acoples y mangueras libres de pérdidas y filtros renovados o limpios. El clima es fantástico, la ilusión por alcanzar un nuevo desempeño está en el aire. No sólo la planta ha sido reanimada, también el espíritu de equipo y el compromiso se ha fortalecido. Todos y cada uno habrán renovado los votos.

El ultimo contratista retira su equipo, sube a su pick-up y libera el área de maniobras. A su paso, la primera unidad es liberada y va camino a la playa de distribución.

Hasta pronto, la casa está en orden.

N.N.

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